Los infinitos nombres del diablo
Los campanarios de Barcelona
Barcelona, julio de 1971
Sería medianoche cuando me llamó Ripoll, cogí el teléfono en La
Parrilla, andaba comentando con el chef los pormenores de la cena
y que siguiera las recomendaciones que habíamos acordado.
—¿Jorge?… Todo está pasando en mi distrito, parece la casa de los
horrores.
Esperé a que el chef se alejara para preguntar a Ripoll qué ocurría;
no me dio tiempo, desde el otro lado del auricular oí su carraspeo y su
exclamación.
—¡Se han cargado a Pagés, o se lo han cargado o se ha suicidado!
—¿Estás seguro?
—Hombre, muy guapo no ha quedado, pero hemos confirmado que es
él. Ha caído desde la torre de la basílica de San Justo y Pastor. Treinta y
cinco metros de vuelo. Murió en el acto.
—¿Qué dirán esta vez los periódicos?
—No lo sé. Si es un suicidio los del Opus no querrán admitirlo…
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